BLOG DE LA SECRETARÍA DE MOVIMIENTO OBRERO DEL PARTIDO COMUNISTA DE ARAGÓN


lunes, 12 de mayo de 2008

¿EL FIN DEL LIBERALISMO?

Durante décadas una legión de expertos, economistas, analistas y tertulianos se dedicó sistemáticamente a convencernos de que la intervención pública era malísima para la economía, y que lo bueno era eliminar "rigideces" y "flexibilizar", dejando que "la mano mágica" del libre mercado actuase y hiciera la más "asignación de recursos". Al amparo de esa ley sagrada de la economía se justificaron reformas laborales, recortes de derechos, de salarios, reconversiones, un aumento brutal de desigualdades, el desmantelamiento del Estado de Bienestar, de las pensiones, la privatización de empresas y servicios...Ahora la misma legión nos dicen, sin despeinarse, que lo de antes ya no vale. Que ante la magnitud del desastre que la aplicación a rajatabla de sus tesis anteriores han provocado en la economía mundial es imprescindible una intervención masiva del sector público, eso sí, en apoyo de los más necesitados: los ricos. El gobierno de los EstadosUnidos ha invertido varios cientos de miles de dolares en salvar al banco Bear Stears de la quiebra, el Gobierno Británico ha NACIONALIZADO (Palabra tabú en economía ortodoxa hasta ante ayer) otro banco por el mismo motivo. Los bancos centrales norteamericano y europeo han puesto en marcha la maquina de hacer billetes (Otro pecado mortal para el credo liberal) para salvar a la banca privada aumentando la cantidad de dinero en circulación, aún sabiendo que eso aumentará la inflación (Nuevo anatema). Han redescubierto a Keynes y la socialdemocracia, y se apresuran a pedir inversión y obra pública para mantener la actividad (y el negocio). Lo que antes era malísimo ha devenido en imprescindible. El estado no podía intervenir para salvar empleos, servicios, pensiones... Pero debe hacerlo para mantener los beneficios de aquellos que se han hecho escandalosamente ricos y aspiran a seguir haciendolo aprovechando la crisis que su avaricia ha provocado. Y sin despeinarse, con la misma prepotencia y suficiencia que caracteriza. Han demostrado que están dispuestos a mantener un argumento o su contrario según les interese contal de mantener y aumentar sus beneficios.
¿Nos dejaremos otra vez llevar al huerto deslumbrados por las luces de colores?
¿Aceptaremos sin más pagarles la crisis a los ricos con los impuestos de todas y todos los trabajadores?
J. Lucia.

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