José Luís López Bulla
Metiendo Bulla.
Agustín Moreno planteó en el reciente homenaje a Marcelino Camacho una idea feliz: "que la mayor Fundación que tiene Comisiones Obreras o la que explícitamente se ponga en marcha lleve el nombre de Marcelino". Suscribo sin reservas el planteamiento. Y, como casi siempre he hecho, apoyo las propuestas sensatas que vienen sin mirar la partida de nacimiento, el carné de identidad o la cartilla de racionamiento de la persona que propone algo con pies y cabeza. Más claro todavía: me es completamente indiferente que Agustín Moreno tenga o no mucho o poco predicamento en el interior de eso que se llama "la mayoría" del sindicato de Comisiones Obreras.
Soy del parecer que la idea debe concretarse lo más pronto posible. Es más, debería ponerse ya el hilo en la aguja. Porque si se espera en demasía podría enfriarse el sentimiento que ha presidido la celebración del homenaje a Marcelino. Y si se enfría, se corre el peligro de que, mutatis mutandi, desaparezca el hilo sentimental hacia el más importante padre fundador del nuevo movimiento sindical español. Cuando hablo de `hilo sentimental´ no me estoy refiriendo sólamente al mundo de los afectos, sino también al reconocimiento de su obra – honorablemente imperfecta, según dijo Antonio Gutiérrez— preferentemente en el escenario de los derechos sociales.
Quien corresponda debe ponerse –es mi punto de vista—manos a la obra. Y, más allá de los (importantes) detalles jurídicos, creo que la solución debería ser la conversión de la actual Fundación Primero de Mayo en Fundación Marcelino Camacho. Ignoro las complicaciones jurídicas del caso, pero tengo la impresión de que no serían muchas.
Entiendo que alguien me espetara que no es de buen gusto que, estando en vida Marcelino, se ponga su nombre a una Fundación. Pero eso no deja de ser un detalle menor. Lo más lamentable –esta es una hipótesis desagradable que me permito poner con "la mala educación"-- es que nunca exista un permanente recordatorio de Marcelino.. Así pues, si se agilizan los trámites éste podría ser el regalo de cumpleaños del sindicato a Marcelino que, dentro de unos meses, cumple sus primeros noventa años.
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